sábado, 6 de octubre de 2007

¿Quieres jugar conmigo?

Llegó a mi lado con una pelota en las manos y sus ojos me dijieron todo. Sin que pronunciara palabra alguna yo ya sabía qué era lo que ese ser de sólo cuatro años necesitaba. Acompañado de una enorme sonrisa, de su pequeña boca salieron tres palabras "¿quieres jugar conmigo?", ¿Cómo decirle que no? ¿Se puede tener la fortaleza de mirar a esa criaturita tan indefensa y decirle "no, no quiero"?
De inmediato lo tomé en mis brazos y salimos al patio a jugar con la pelota.
Creo haber estado más de dos horas jugando con él, tiempo en el que por mi mente pasaban mil y un recuerdo, al sentir su alegría pensaba en las diferentes cosas que nos hacen felices, mucha gente piensa que cuando tenga casa, auto, hijos y una excelente pareja, entonces será feliz, y yo veía a este niño, que con sólo devolverle la pelota cada vez que me la lanzaba, se sentía más feliz de lo que, a mi parecer, cualquiera ha sido.

Ese niño, desde el momento en que nació, nos ha enseñado, que a través de cosas tan simples se puede ser feliz, de verdad, disfruto mucho el tiempo que paso con él, los juegos que inventamos para entretenernos. Sé que tengo 17 años y que estoy un poco "pasadita", como dice mi madre, para esos juegos, pero la verdad es que no hay cosa que me alegre más, que jugar con él, aunque hay cosas que todavía no aprende, por ejemplo, el no aguantar las ganas de salir cuando jugamos a las escondidas, y que los lápices son para rayar el papel y no las paredes, pero algún día aprenderá y a lo mejor jugará mejor que yo, pero espero que para eso falte mucho tiempo. No quiero parecer egoísta, pero tengo terror de que llegue el día en el que crezca, el día que me mire y me diga: "no, no quiero jugar contigo".